lunes, 21 de junio de 2010

Tokyo, mon amour


Aujourd'hui seule triste et fèbrile
Sous la pluie de notre ville
Je marche dans Tokyo les larmes aux yeux
Je ne vois rien à l'horizon
Mon amour ... Mon amour ... Mon amour ... Tokyo


Los perfectos puzzles cósmicos existen. Vamos colocando piezas poco a poco. Sorprendentemente, todo va encajando con una facilidad pasmosa. En Londres, los círculos se cierran. Será porque es una isla.

Nuestra amiga M. vino a vernos en marzo. Ella es mi amiga más antigua. Fotos con falda corta de uniforme de colegio inglés (con el escudo dorado y azulón). Muy altas las dos. Nos cambiamos de colegio. Nos cambiaron al mismo a la vez, después de sectarios incidentes. Mi amiga M. es original hasta la médula y tiene el pelo rojo. Yo pelirrojo. Las dos llevamos gafas de carey, pero ella redonditas y yo más de estudiante marginado. Ella dibuja muy bien. Yo hago lo que puedo. Ella estudió japonés. Yo estudié chino. Mi amiga M. está en Tokio viviendo. Yo estoy viviendo en Londres. Ella vive en una isla. Yo vivo en una isla. Tengo una foto suya con un orinal en la cabeza.

adieu mon amour
alone and having nowhere to go
I wander in the streets
so many tears that I can't
see anything
mon amour
mon amour
mon amour tokyo
(Pizzicato Five)

M. estudia arquitectura. En Tokio trabaja de prácticas en un prestigiosísimo estudio, el de Sou Fujimoto. Da la casualidad (siento la pieza encajando sinuosa y lentamente) de que en el Museo tenemos ahora una exposición nueva sobre arquitectos que crean espacios pequeños... da la casualidad de que M. lleva meses cortando metacrilato para construir una estructura transparente. Un cielo de estrellas geométrico. Da la casualidad de que hoy hemos posado la palma de la mano sobre los cortes que ella ha hecho. El inside/outside tree está bajando unas escaleras. Torciendo a la izquierda. Subiendo otras escaleras, estas de mármol, desde nuestro invernadero. Por un segundo, nuestras manos se han juntado surcando océanos.


Dentro del árbol: puedes quedarte encogido dentro de la estructura. Te he imaginado ahí, pequeñita, con tu pelo corto, trepando por el "árbol" y diciéndonos "konichiwa!". Seguro que no es una escultura a modo de mensaje para nosotras única y exclusivamente? porque yo lo veo así (y me gusta).

Acabo de llegar y casi me estoy yendo (y me gusta también)

miércoles, 16 de junio de 2010

Everything flows


June, she´ll change her tune,
In restless walks she´ll prowl the night;
July, she will fly
And give no warning to her flight.


Llegué ayer-casi-hoy a Londres. Era ayer en Londres. Era hoy en Madrid.
Me he dejado cosas que no cabían físicamente en la maleta.
Sí ha habido espacio para encajar en ella suspiros que me he guardado, hierba que me he sacado de los bolsillos, tormentas meteorológicas y corporales y deseos acérrimos de exprimir esta ciudad de claroscuros hasta el final para retornar al hogar con la lección aprendida y con ganas. con ganas.
Silbando canciones bonitas bajo el sol abrasador (que arde. que quema) de las nuevas eras.


Sing along with me: es como en esos vídeos que veíamos de pequeños en inglés. Canciones. Las letras van apareciendo y coloreándose según las tenías que ir cantando. Así de fácil parece. Todo va fluyendo, fluyendo. Sólo que a veces no sigues la letra. Y aún así fluye de forma natural. Lalala.

sábado, 29 de mayo de 2010

Hello Goodbye


You say yes, I say no.
You say stop and I say go go go, oh no.
You say goodbye and I say hello


Quince días. Un poquito más. Tres horas. Más o menos. Avión. dos horas y cuarto. Si no hay retrasos. Madrid. Llueve en Londres.


[...]Volver, pasados los años, 

hacia la felicidad 

para verse y recordar 

que yo también he cambiado.
Jaime Gil de Biedma

Mind Your Head: hacía mucho viento en el metro, en la Picadilly Line, y teníamos miedo de que una piedrecita nos atravesase limpiamente la cabeza entrando por la ventana abierta. Pero te quedas ahí igualmente. Emergency exit. Como cuando caminas sobre rejillas que dan al vacío. Andas por encima adrede.

domingo, 23 de mayo de 2010

Guns of Brixton


You can crush us
You can bruise us

But you'll have to answer to

Oh, Guns of Brixton



Ha llegado el calor. En las islas hace calor y hace sol. Incluso se toman helados italianos de fresa. De avellana. Y las piernas ya van desnuditas (huele a Nivea).

Cuando íbamos a mudarnos a Londres, me dieron tres premisas "fundamentales": no vivas en Seven Sisters. Ni se te ocurra buscar piso en Elephant & Castle. ¿Brixton? ¿tú estás loca?. El viernes salimos por la noche por Brixton.

En mi cabeza sólo había imágenes de barricadas con Joe Strummer (que en paz descanse) liderando un séquito de irreverentes. Nada más lejos de la realidad. Hemos llegado a una conclusión: han creado un mito cruel para que nadie se mude ni vaya a verles. Para que les dejen tranquilos. Es un barrio con lucecitas de colores colgando de las ramas de los árboles y cines con cartelería de los años 50. Chicas pin-up de labios rojo pasión y gente bailando al ritmo de su música interior en las aceras.

Al llegar al local del concierto de Ska al que íbamos, eso sí, nos cachearon hasta el esternón (que no, que no, que no es que haya un problema con las armas en el barrio.. era para... mostrarnos afecto británico. Es Brixton, ¡por favor! ¿qué armas va a haber?).

La mezcla de estilos del lugar era increíble. Terraza con barbacoa y Bob Marley trinchando la carne. Una Blancanieves de 8 años sale por la puerta correteando descalza, seguida de una Campanilla verdosa y brillante.

Los británicos se mezclan entre razas. Entre estilos. Entre tribus urbanas. No es que sean más tolerantes que en otros lugares. Hay una peculiaridad. Aquí, en las islas, te haces amigos en tu más tierna infancia. Llegas a la guardería. Te prestan una cera roja. Lo siento, vas a estar con Violet para el resto de tu vida. Haber elegido mejor, porque sabes que en el futuro (y lo tendrías que saber ya) tú serás un rocker con tupé engominado y ella una amante de los colores flúor y las raves. Es imposible entrar en estos grupos. Es bonito que mantengan los lazos pero no intentan encontrar nada más allá. Relaciones sentimentales sí. Amigos no. De hecho, podemos presumir de no tener ni un amigo inglés (italianosargentinosamericanosfrancesessurafricanospolacosaustralianos sí).

En menos de una semana vuelvo a Madrid "Mon Amour".

Qué lentitud, de pronto.
Qué dulzura.

Tú no puedes saber.

("Hiroshima Mon Amour", guión de Marguerite Duras)

domingo, 16 de mayo de 2010

De viaje


Podemos irnos juntos lejos de este mundo tú y yo,
En un viaje por galaxias infinitas hacia el sol,
No queda nada que prolongue mi parada en este mundo
Ni un solo minuto.

En dos días y medio he estado en tres países. El viernes crucé el Canal de la Mancha para ir a Lille. Cuando vas atravesando túneles en Inglaterra, se te taponan los oídos. Cuando entras en el túnel sumergido, no. El aire que sale de los aparatos de aire acondicionado huele a palomitas. Creo que lo hacen para que se te olvide que tienes toneladas de agua sobre tu cabeza y empieces a evocar películas olvidadas y noches de amor en cines de barrio.

La luz de Francia es distinta. Me he comido cuatro croissantes en dos días y medio. He bebido zumo de fresa (el mejor del mundo, dice A.), cerveza y orangina, con su pulpa que pica. He fingido que no hablaba francés una noche al lado de la salida de metro, porque me molestaban.

En Brujas había muchos boy scouts y girl scouts. Me compré chocolate negro, negro con forma de caballitos de mar y conchas. Bebí cerveza belga. Vi canales de agua oscura y familias de patos desfilando sobre ella. Vi adoquines, coches de caballos. Vi la torre del mercado. Vi que es más alta que las torres de las iglesias. Vi a Tintín y al gato más grande del mundo. Vi el sol de Brujas. La ciudad no se reflejaba en el suelo (y me han dicho que cuando llueve sí ocurre). El cielo sí se reflejaba en los canales. Vi belgas hablando en inglés.

En Lille hay una Puerta de París. Hay un Sacre Coeur. Hay muchos perros y tiendas españolas. En Lille puedes escuchar ópera en la calle y comprar libros usados con aroma a "tristesse" en el mercadillo de La Bourse. Y sellos rusos y holandeses.

En Francia se duerme mejor que en Inglaterra. Es una "petite mort". Volví a Londres. Vine escuchando a los Shins. Jugué con un niño australiano a sacarnos la lengua. Un placa decía que mi tren se llamaba "Waterloo Sunset".

But I don't feel afraid
as long as I gaze at Waterloo Sunset
I am in paradise
(The Kinks)

jueves, 13 de mayo de 2010

Au revoir, Londres


C'mon, c'mon, c'mon, c'mon now
Touch me, babe
Can't you see that I am not afraid?


El transporte en Londres es peculiar. Sí, esa es la palabra. Peculiar. Te acostumbras a los fantasmas que conducen los coches al lado izquierdo. Te acostumbras a que los vehículos vengan por el lado contrario. Hay momentos extraños.

El metro tiene una peculiaridad. Tiene instintos. Instintos asesinos. Cuando se cierran las puertas (Mind the gap!), se cierran. Da igual que haya una persona, un maletín o un cochecito de bebé. Aprietan y aprietan. Los pasajeros del interior del vagón intentan arrastrar a la señora atascada. Se pone colorada. Da las gracias. Se acomoda en un lateral. Ocurre unas 12 veces al día... en cada vagón.

En el metro la gente duerme. Yo duermo siempre. Hace dos días también. Llegamos a nuestra parada, a Kings Cross y no me di cuenta. Loreto se bajó. Yo dormía. Una mano fría empezó a acariciarme la rodilla que me asomaba por el roto de mis vaqueros pitillo. Loreto, pensé. Incorrecto. Una joven rubia me acariciaba la rodilla desnuda. Me sonreía. La miré. Me miró. Miré el nombre de la parada. Merde. Salgo corriendo y ella se queda dentro. Una rubia inglesa me tocaba mientras dormía. El metro de Londres.

A la vuelta de nuestro destino cogimos el autobús (que no, no es que le haya cogido miedo al metro por las dudosas experiencias "cariñosas" que en él se dan) y así tener una vista panorámica. Subes al segundo piso. El autobús va engullendo a ciclistas, peatones, motos y coches. Te los comes. Les matas. Vuelven a aparecer mágicamente antes tus ojos. Una rama enorme se estrella contra la ventana de atrás y por un momento el cielo se venía encima de nosotros.

Mañana dejo los transportes que van al revés y vuelvo al viejo continente por tres días. Me quedaré dormida debajo del mar, como las sirenas. Pero las sirenas no tienen rodillas desnudas.

The wind carries
Into white water,
Far from the islands.
Don't you know you're
Never going to get to France.
(Mike Oldfield)

NOTA DEL DÍA: mi jefa nos ha pedido que si, por favor, nos importaría buscar en librerías de segunda mano abominables (eso es mío) novelas rosas de Barbara Cartland (conocidísima! de verdad que no sabéis quién es? oh my god!) para traerlas al museo, escanear las portadas, retocarlas y hacernos con los derechos para vender las imágenes. Ajá. No pienso dejar que me vean comprando algo así.

domingo, 9 de mayo de 2010

Al final de la escapada


Let's dance little stranger
Show me secret sins
Love can be like bondage
Seduce me once again


Hemos venido a Londres para ver películas de la Nouvelle Vague. Hemos venido a Londres para ver películas de la Nouvelle Vague al lado del London Bridge. En un pub con sala de proyecciones. Con sofás vintage mulliditos y cómodos. Esos sofás que te imaginas cuando te quieres imaginar un sofá. Con botones que hacen que se hunda el asiento por cuatro partes. Cada uno de un color. El mío, burdeos.

Te acurrucas en él. Te tapas con el abrigo. Cuelgas las piertas en el reposa brazos. Coges tu té entre las manos (huele a canela y a época colonial) y te entregas al placer. Programa de la tarde: Bonjour Tristesse y Á bout de souffle.

Eres una española que vive en Inglaterra que ve películas en francés y lee inevitablemente subtítulos en inglés.

Un director de cine ha venido a introducir las películas. A los ingleses les falta vocabulario generalmente. Todo se resume a cuatro palabras básicas que aplican a millones de conceptos. Ha repetido diez veces que no se pueden explicar estas películas. Que son bizarras. Que es otro lenguaje. Ajá. Quince minutos de no contar absolutamente nada. De tocarse los botones del abrigo marinero incesantemente.

Da igual. Tan bonitas. Jean Seberg tiene una belleza hipnótica. Ojos de gata cándida. París en blanco y negro. El dulce sonido del francés. Erótico. Casi se podía oler. La chica del New York Times andando por la línea blanca que divide la carretera. Horas que son minutos que son noches y días enteros en la cama, debajo de las sábanas. Vinilos. Cigarrillos mal hechos. Camisetas a rayas. Aish!

El viernes estaré un poco más cerca. Cerca. Francia. Llevaré en la mochila mi savoir faire, mi rouge à lèvres. Uuummm, me gustaría llevarme más cosas dentro, de viaje. Au revoir, Londres!

Adieu tristesse
Bonjour tristesse
Tu es inscrite dans les lignes du plafond
Tu es inscrite dans les yeux que j'aime
Tu n'es pas tout à fait la misère
Car les lèvres les plus pauvres te dénoncent
Par un sourire
Bonjour tristesse
Amour des corps aimables
Puissance de l'amour
Dont l'amabilité surgit
Comme un monstre sans corps
Tête désappointée
Tristesse beau visage.
(P. ELUARD)