domingo, 9 de mayo de 2010

Al final de la escapada


Let's dance little stranger
Show me secret sins
Love can be like bondage
Seduce me once again


Hemos venido a Londres para ver películas de la Nouvelle Vague. Hemos venido a Londres para ver películas de la Nouvelle Vague al lado del London Bridge. En un pub con sala de proyecciones. Con sofás vintage mulliditos y cómodos. Esos sofás que te imaginas cuando te quieres imaginar un sofá. Con botones que hacen que se hunda el asiento por cuatro partes. Cada uno de un color. El mío, burdeos.

Te acurrucas en él. Te tapas con el abrigo. Cuelgas las piertas en el reposa brazos. Coges tu té entre las manos (huele a canela y a época colonial) y te entregas al placer. Programa de la tarde: Bonjour Tristesse y Á bout de souffle.

Eres una española que vive en Inglaterra que ve películas en francés y lee inevitablemente subtítulos en inglés.

Un director de cine ha venido a introducir las películas. A los ingleses les falta vocabulario generalmente. Todo se resume a cuatro palabras básicas que aplican a millones de conceptos. Ha repetido diez veces que no se pueden explicar estas películas. Que son bizarras. Que es otro lenguaje. Ajá. Quince minutos de no contar absolutamente nada. De tocarse los botones del abrigo marinero incesantemente.

Da igual. Tan bonitas. Jean Seberg tiene una belleza hipnótica. Ojos de gata cándida. París en blanco y negro. El dulce sonido del francés. Erótico. Casi se podía oler. La chica del New York Times andando por la línea blanca que divide la carretera. Horas que son minutos que son noches y días enteros en la cama, debajo de las sábanas. Vinilos. Cigarrillos mal hechos. Camisetas a rayas. Aish!

El viernes estaré un poco más cerca. Cerca. Francia. Llevaré en la mochila mi savoir faire, mi rouge à lèvres. Uuummm, me gustaría llevarme más cosas dentro, de viaje. Au revoir, Londres!

Adieu tristesse
Bonjour tristesse
Tu es inscrite dans les lignes du plafond
Tu es inscrite dans les yeux que j'aime
Tu n'es pas tout à fait la misère
Car les lèvres les plus pauvres te dénoncent
Par un sourire
Bonjour tristesse
Amour des corps aimables
Puissance de l'amour
Dont l'amabilité surgit
Comme un monstre sans corps
Tête désappointée
Tristesse beau visage.
(P. ELUARD)

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