domingo, 2 de mayo de 2010

Wake up, it's a beautiful morning


Wake up, it's a beautiful morning
Honey, while the stars are still shining
Wake up, would you like to go with me
Honey, take a run down to the beach


Londres ha vuelto a ser Londres. La lluvia vive de nuevo con nosotras. Ahora no cae como expulsada con un vaporizador. Ahora es como en los dibujos infantiles. Una nube con perfectas gotitas cayendo contra el asfalto. Contra los autobuses. 

Cuando me he despertado, pensaba que estaba nevando. Eran las flores rosas y blancas de los cerezos desprendiéndose de sus confortables ramas para dibujar líneas al otro lado de mi ventana. Hay viento. Bastante viento. Hay un agradable “plic, plic, plic” en el cristal.

En todos los lugares te encuentro
en todos los lugares me siento un habitante más
en la ciudad del viento
(Quique González)

Ayer hablé con Loreto sobre felicidades varias. Yo hablaba sobre domingos en la cama. Ella sobre pisar charcos. Uno de los días más bonitos de mi (nuestra) temprana adolescencia (o por lo menos, de los que más recuerdo) fue un viernes. Salida del colegio. Había llovido durante todo el día. Las calles estaban llenas de charcos enormes. Océanos. No recuerdo si llevábamos botas de agua. No lo creo. Probablemente fueran las raquíticas Converses que no nos quitábamos nunca. Saltamos sin parar. Nos empapamos. Ahora estamos en Londres, juntas y, probablamente, salgamos también a empaparnos. Hay cosas que nunca cambian. Menos mal.

Realmente esto es un post “no-quiero-hacer-trabajos-para-la-universidad-y-me-busco-cualquier-excusa-ya-sea-escribir-o-mirar-a-la-pared-para-no-hacerlos”. No me puedo tomar en serio trabajos en los que me piden resumir, de cualquier libro, conceptos teóricos básicos del periodismo... en quinto de carrera… si a estas alturas no sé lo que es un editorial, mal vamos. Puede que sea mi profesor el que no lo sabe y por eso me lo pide. Entonces, vale. Mira que lo intento… pero es imposible. Empiezo con un tranquilo Quique González para concentrarme en editoriales británicos (para otra asignatura) de diarios “de renombre”, pero son una bazofia. Se me va la cabeza a otras cosas inevitablemente. Me cabreo con el periodismo. Me pongo a escuchar The Drums. Me altero. Me pongo “nerviosa” y ya no puedo seguir. Y solo quiero salir a la calle a que me caigan florecitas de cerezo por la cara y el pelo. Y gritaaaaaaaaaaaaaaaar de pura desidia dominguera. Silbemos.

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